Nuestra pasada experiencia explorando el nuevo Sendero Guayabal-Constanza
El pasado 11 de junio salimos por 4 días al monte con una nueva misión: evaluar el terreno topográfico de una nueva ruta e identificar y marcar en GPS los puntos de interés de la misma, como balnearios, lugares de vistas importantes, aspectos históricos y zonas con potencial para acampar. De esta manera descubrimos una nueva ruta que lleva desde Guayabal, Provincia Azua, hasta Constanza, Provincia La Vega, a través de 57 km de puro Parque Nacional Valle Nuevo.
La motivación para realizar este levantamiento topográfico se debe a que habíamos dejado de utilizar la vieja ruta desde Guayabal hasta Constanza porque más de 10 km, de los 36 km que tiene esa ruta, se realizan sobre asfalto. Caminar sobre la calle, con vehículos de todo tipo pasándote por el lado, no tiene nada de gracia, especialmente luego de durar 2 días en un paraíso natural como lo es el Sendero Guayabal. Además, con el inmenso tamaño del Parque Nacional Valle Nuevo (cuyo nombre real es Parque Nacional Juan Bautista Pérez Rancier), nos parece todo un desperdicio dedicar un día completo caminando en la zona urbana si tenemos un ambiente natural que plenamente se puede disfrutar.
Nuestro recorrido inició el jueves 11, en horas de la madrugada, en que salimos hacia Guayabal y, luego de llegar al pueblo, nos dispusimos a realizar los 16 km totales del Sendero Guayabal para acampar bajo la sombra del Pico Peynado: una majestuosa montaña de más de 2,000 metros de altura que se levanta desde su base a 1,300 metros sobre el nivel del mar. Aquí pasamos la noche disfrutando del sonido del río y de un frío nocturno que bajó hasta los 13°C. El día nos lo pasamos bañándonos en múltiples balnearios naturales que ofrece el Arroyo Guayabal.
En la mañana del día 12 iniciamos el ascenso hacia Pinar Parejo, de más de 700 metros de ganancia de altura. Fue un ascenso lento, pero con vistas insuperables. Continuamos con el recorrido hacia Constanza llegando al inicio de la nueva ruta cerca del medio día. Aquí empezaba la verdadera exploración. Descubrimos que el nuevo sendero es el remanente de los caminos de aserradero de tiempos de antaño, lo que generaba un paso cómodo a través de un bosque que no se ha tocado por décadas. El trayecto resultó largo, con más de 20 km para ese solo día, con lluvias torrenciales que nos alcanzaron en horas de la tarde, pero con una experiencia mágica pudiendo disfrutar los cañones y montañas que se encuentran escondidos dentro de esta nueva ruta. La vista, definitivamente, alimentaba el alma.
El día 13 lo iniciamos con entusiasmo, sabiendo que sería mucho más cómodo y menos agotador que el día anterior. Al subir a la cima de una sierra, en la zona agrícola que los locales llaman Limoncillo (si, lamentablemente dentro del Parque Nacional), nos enteramos que nuestro plan debía modificarse ya que las aguas del Río Grande, donde pensábamos acampar, estaban contaminadas por la basura que se le arroja en Constanza. De este modo cambiamos la ruta y desarrollamos el campamento en la orilla del Arroyo Alejandro. Ya al medio día el campamento estaba armado y pudimos disfrutar de varios refrescantes baños, de la lluvia de la tarde dentro de las casas de campaña y recuperar las fuerzas que se había utilizado el día anterior.
El día 14 sería el del retorno. Para eso debíamos descubrir los pasos de la etapa final que nos llevaban a Constanza siguiendo el cauce del Río Grande. Los primeros 3 km fueron hermosos, con un ascenso suave y vistas de revista, pero al llegar al río constatamos toda la contaminación que ya nos habían contado. Las aguas y la orilla de este caudaloso río estaban repletas de desechos plásticos, telas rasgadas y de un mal olor.
El sendero en si era hermoso, llevándonos de un lado a otro del río y elevándonos por momentos para disfrutar de mejores vistas. Incluso pasamos varias casitas campesinas cuyos habitantes se apresuraban a salir para saludarnos en nuestro paso. Es seguro que éramos toda una atracción para ellos, quienes probablemente se cuestionaban qué podrían buscar personas caminando estos trillos por placer. A pesar de la basura, la experiencia de aprendizaje durante este día se enfocó en la importancia de proteger nuestro medio ambiente: hasta que uno no lo ve con sus propios ojos no se hace consciente de que cada basurita que tiramos al río, que depositamos en un vertedero a cielo abierto, tiene un inmenso y desagradable impacto en nuestro entorno. La basura no "se va" con el río, simplemente se la tiramos a las comunidades río abajo.
La experiencia de todo el fin de semana fue verdaderamente gratificante. Internarte por 4 días en la montaña te permite conectar con ella de una manera muy singular, que no se consigue con excursiones de 2 días. Los retos que enfrentamos al ser una exploración, que requirió ubicarnos por mapas, confiar en nuestro instinto, adaptarnos a la realidad de la naturaleza y comprender la posibilidad de nuestras capacidades, definitivamente nos hizo más grandes y mejores. Esperamos que este nuevo sendero pueda ser disfrutado cada día por más personas, y que su disfrute nos ayude a comprender lo frágil e importante que son los ambientes naturales. #AcamparEsFacil
Wow.!!! que experiencia ni mas extraordinaria, me gustaría hacer ese recorrido cuando lo vuelvan hacer, mientras leía el blog me transportaba a cada rinconcito que mencionaron asistir.. maravilloso.
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