Nuestra excursión al Parque Nacional Francis Caamaño

En el mes de mayo realizamos una hermosa excursión al Parque Nacional Francisco Alberto Caamaño Deño (también conocido como Parque Nacional Francis Caamaño), localizado en la Provincia de Azua, frente a la Bahía de Ocoa. Desde antes de iniciar sabíamos que disfrutaríamos de un cómodo sendero y que la vista sería maravillosa, pero como quiera la naturaleza se esmeró para sorprendernos: un hermosísimo arcoiris nos fue regalado.


Pero antes del arcoiris, el camino inició cerca de la Comunidad Las Charcas. Luego de recorrer un sendero de 6 km llegamos a los 850 metros de altura de nuestra área de campamento. El clima de Azua es seco, caluroso, y ese calor nos abrazó todo el trayecto. Sin embargo, el sendero fue muy interesante, mostrándonos cambios de vegetación y vistas hermosas. El grupo caminó más o menos a un mismo ritmo, dándonos apoyo durante el camino.


Como llegamos para el medio día, el área de acampada se fue tornando cada vez más soleada y calurosa, lo que nos hizo soñar con las sabanas africanas y, como en ellas, nos refugiamos debajo de las sombras de los árboles para tolerar el calor. Como a 500 metros teníamos un pequeño arroyo, pero por la falta de lluvias apenas le corría un poco de agua, que debía tomarse con jarros para poder utilizarse. Ahí nos bañamos y recargamos nuestros recipientes, para que el líquido de la vida nos aliviara la experiencia. De este modo, pusimos buena cara y esperamos a que el sol iniciara su descenso, para poder contemplar la meta que habíamos perseguido: ver el atardecer sobre la Bahía de Ocoa.


Y no se nos defraudó. El atardecer fue uno de los más hermosos que pueden disfrutarse en nuestro país. Como es mágica la naturaleza, mientras avanzaron las horas, y la tarde se convertía en noche, el frío fue sustituyendo al calor. Las temperaturas bajaron, acompañadas de una brisa constante, lo cual transformó el clima de una manera sorprendente: lo que parecía una tarde en las sabanas africanas ahora parecía una de las montañas frías del camino al Pico Duarte. Con este regalo del ambiente, aprovechamos para compartir en grupo y fortalecer los lazos de amistad. Con la luz de nuestros focos cocinamos, preparamos bebidas cálidas y compartimos de historias, cuentos y anécdotas, hasta que llegó la hora de dormir.


Al día siguiente despertamos recargados de energía y levantamos campamento, algunos llenos de entusiasmo y prisa, y otros con la calma de una mañana que se abre paso suavemente con los rayos del sol. Descendimos nuestro sendero y los guías nos llevaron hasta una piscina cerca del Parque Nacional, donde nos bañamos un buen rato quitándonos el calor que Azua nos había regalado. Así regresamos a Santo Domingo contentos, con ideas sobre cómo mejorar la experiencia, y habíando disfrutado de un espectáculo natural que sorprendió todos nuestros sentidos. #NosotrosAcampamos


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